Cada vez siento más pereza ante declaraciones de artistas o entretenedores que afirman que están haciendo su obra más oscura o madura. A la mierda la intensidad como sinónimo de altura intelectual.
Yo quiero introspección pero también divertirme, lo que es compatible con obras sustanciosas, con criterio, con dirección artística, con fondo y con forma. Everyone (2023), aunque yo prefiero Electroheat, fue eso y llegó a una parte del público.
Entregadas al dejarse llevar, a bailar en cualquier parte porque la pista de baile es un estado mental -y no solo de evasión sino de comunidad-, poco extraña que las Varry Brava o las Delaporte estén en su mejor momento, vendiendo todo.
Ahí sitúo a Babymorocco (en algunos créditos Clayton Pettet), el británico que lleva la cultura bratz a su... mundo de chándal entre una Charli XCX volcada con trazas de Stromae o Robyn y actitud entre Robbie y LMFAO. ¿Y qué?, parece querer decirnos. Pues lo quiero todo, mi rey. Lo más bisexual que he visto desde Damiano David.
Jueguetón, dosmilero, dancero, despreocupado, hiperactivo, así es su proyecto. Y su primer álbum, Amour.
El anglomarroquí da todo de sí, se suda viva, en un disco estupendo. Queda ahí el hit, Body Organic Disco Electronic, pura adrenalina a la que no le cabe un pero. Si no lo bailas estás puto muerta, cariñe. Ese beat irrefrenable como los de los buenos tiempos de Azealia con la toma vocal justamente deformada es maldita gloria.
Un hit nada casual, escuchen Really Hot. ¡Maldita sea! ¡Otra vez! O Bikinis and Trackies, aunque esta vez los golpes de percu -su baza- pueden requerir unas escuchas para hacer oído antes de entrar de lleno.
La Kylie dosmilera parece intuirse en Red Eye (desde el título); el Calvin Harris más despreocupado en la inicial Give Me Luv; y, a medias, No cameo.
Fiesta de pijam... táctel. Ok, baby
https://www.youtube.com/watch?v=xpM16rCvvL8
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